Uno de los elementos singulares que identifican al Arma de Caballería y a sus unidades es el peculiar sonido de sus bandas de guerra, dotadas desde antiguo de un instrumento característico: el clarín.
Instrumento de viento, en la sección de metales, y sin llaves, el clarín se toca a golpe de pulmón y dispone de un agudo timbre, que tenía por objeto permitir que las órdenes se escuchasen con claridad en el fragor de la batalla.
La interpretación de la música con clarín no está exenta de riesgo, en el caso de las bandas montadas, pues los extraños que hace el caballo pueden suponer la rotura de un labio o un diente al jinete músico.
Se dice que el clarín desciende del antiguo "lituus" romano y de la trompeta medieval, y su sonido da a los toques de Caballería -según el compositor Ricardo Dorado- "una armonía resonante, lenta y profunda [...] tienen una tristeza extraña y una rara melancolía".
Aquí vemos la única banda a caballo de clarines y timbales que sobrevive hoy día en las Fuerzas Armadas, la del Escuadrón de Escolta Real:
